RAPIDAS POR TODA CUBA: La Habana, Cienfuegos, Santiago de Cuba. PHOTOS.

LA HABANA- Los cubanos han dejado de preguntarse si esta crisis es peor que aquella de los años 90. Los apagones, el desabastecimiento de alimentos y la falta de combustible para el transporte público del Período Especial hace rato fueron superados en duración, gravedad y limitaciones. También ha regresado la cría de animales, como pollos y cerdos, en viviendas y apartamentos, para obtener lo mismo huevos que carne.
En la calle Monte, una de las arterias más populares y pobres de La Habana, ya nadie se asombra si ve un par de gallinas en un balcón, custodiadas además por un gato, en posición de alerta para maullar ante cualquier intento de robo. Separados del abismo por los hierros oxidados de una reja, las aves miran el tráfico que pasa por la avenida, picotean algunos granos de arroz y son ajenos a la cazuela que les aguarda. El olor del improvisado gallinero se esparce por las casas cercanas y otorga al barrio cierto toque rural, de campo adentro.
“Estamos como en aquella época que vendían pollitos para que uno los criara y autoabastecerse de carne”, ironizaba este viernes una vendedora de fosforeras, pegamento instantáneo y otras baratijas. Desde su estratégico puesto en uno de los portales de la céntrica calle, la mujer conoce la vida y milagro de todo el que vive en la zona. “En aquella casa estuvieron criando un puerco en el baño”, explica y señala un diminuto cuarto, con apenas una pequeña ventana hacia la calle, en un primer piso. “Hasta aquí se oía y se olía”, subraya la comerciante informal.

CIENFUEGOS- En la terminal de ómnibus de Cienfuegos, no viajas si no pagas un extra ‘por la izquierda’. “Llevamos ocho días esperando por una guagua que por lo menos nos adelante hasta Las Tunas, para luego seguir el camino como podamos”
A 28 de diciembre, a Maritza no le sorprende que la lista de espera para viajar de Cienfuegos a Guantánamo haya avanzado sólo cuatro números en una semana. “Le advertí a mi esposo desde finales de octubre que viniera a reservar los pasajes, porque todo el mundo sabe que después de la segunda quincena de diciembre es casi imposible moverse a cualquier provincia del país”. A Reinaldo, en cambio, buscar excusas para que su mujer no lo recrimine le sirvió de poco. Al final, ambos terminaron sentados, equipajes en mano, en la entrada de la terminal de ómnibus nacionales a la espera de que se obre un milagro.
Al matrimonio nunca le había resultado tan difícil salir de Cienfuegos. “Cuando vine el 20 de noviembre ya no había capacidad para ninguna ciudad de Oriente. Sin embargo, el mismo empleado que me dio esa información le había guardado tres cupos a una señora que estaba detrás de mí en la cola”, explica el cienfueguero que notó entonces el motivo de las incesantes llamadas y apuntes del funcionario.
“No sé cuánto dinero se buscaría por cada pasaje, pero estoy convencido de que, para quienes no estábamos en contacto directo con él, las reservaciones estaban agotadas antes de que hiciéramos la pregunta”, reflexiona.
El salón de espera, en el segundo piso de la terminal, por estos días está lleno de personas que vienen a anotarse, rectificar sus números o hacer estancias de muchas horas hasta que un ómnibus llegue con un asiento vacío lo que, en estas fechas, casi nunca ocurre.

SANTIAGO DE CUBA- El mayor mal de Cuba es la fractura social causada por la represión y el miedo, afirman sacerdotes católicos de la Isla.
En medio del resquebrajamiento integral de la sociedad cubana, son varios los sacerdotes católicos que, en los días en torno a la Navidad, dedican homilías en las que, de una u otra forma, critican la indefensión a la que el régimen ha condenado a los cubanos. Así, los curas José Conrado Rodríguez Alegre y Jesús Fernando Marcoleta hablaron en sus misas navideñas sobre “la necesidad de unidad, reconciliación y el retorno a los valores fundamentales para superar la adversidad”, indicó la agencia católica ACI Prensa.
El padre Rodríguez Alegre, sacerdote de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba, con una trayectoria de más de 40 años acompañando a comunidades dentro de la Isla y en el exilio, dijo: “Lloro por Cuba porque me duele Cuba. Me duele el dolor de mis hermanos”.
En su mensaje, destacó que el mayor mal de Cuba no es el de las carencias materiales, sino la pérdida de la verdad y la fractura social causada por la represión y el miedo. “Hemos vivido en la mentira y ahora no sabemos encontrar el camino de la verdad”, dijo.
Por su parte, el padre Marcoleta, párroco en Varadero, enfatizó el carácter transformador de la Navidad como un faro de luz en medio de la oscuridad: “Ahora que nos ahoga el vivir sin luz, la Navidad de Jesús se hace más propicia en tanto es más noche en cada uno de nosotros y más noche en la nación”. “Todo ser humano tiene derecho a la esperanza, a la buena esperanza”, agregó.
Ambos sacerdotes, desde sus perspectivas, coincidieron en que el camino hacia la reconstrucción de Cuba pasa por la reconciliación y el retorno a los valores del Evangelio. Así, citado por ACI Prensa, el padre Rodríguez Alegre recordó unas palabras de José Martí: “Debemos desechar el evangelio bárbaro del odio para poder hablar la dulce plática del amor”.
Asimismo, el padre Marcoleta alentó a los cubanos a no rendirse: “Guía, Señor, nuestros pasos hasta la luz de tu gracia. Tú que siempre superas nuestras expectativas y eres más fuerte que nuestros temores, permite que creamos en tu palabra”.
Agencies/ 14yMedio/ La Habana/ DDC/ Natalia López Moya/ Cienfuegos/ Julio Cesar Contreras/ Extractos/ Excerpts/ Internet Photos/ Arnoldo Varona.
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