History of CubaLAS VICTROLAS (VITROLAS) en Cuba fue un Simbolo de la Cultura Popular sin Precedentes. * THE VICTROLAS (VITROLAS) in Cuba was a Symbol of Popular Culture without Precedent. PHOTOS.

LAS VICTROLAS (VITROLAS) EN CUBA, FUE UN SIMBOLO DE LA CULTURA POPULAR SIN PRECEDENTES. PHOTOS.

Viajemos en el tiempo. A mediados de los años 50, cuando Ciudad de México duerme, en La Habana, en el cabaré Night and Day, el Benny Moré y Orlando Contreras se enfrentaban a bolerazo limpio. En diez mil vitrolas de la capital, Olga Guillot sentencia “Miénteme más/ que me hace tu maldad feliz” y a la Autopista del Mediodía van a desayunar los trasnochados con los bolerones morunos de Orlando Vallejo: “Que murmuren/ qué me importa que murmuren”. Pero 10 años después, la mayoría de los boleristas, los intérpretes, autores y orquestadores, las disqueras y agencias publicitarias ya estaban en el destierro.

En La Habana de los años cincuenta había cerca de 400 cines, cifra con la que no contaban ni París ni New York. El América, Radiocentro, Fausto, Payret, Rodi, Atlantic, Riviera, Mónaco o el Teatro Blanquita (actual teatro Karl Marx) eran los más conocidos, éste último con más de 6 mil 600 butacas. El Radiocentro era de los pocos en el mundo que exhibía Cinerama y los estrenos se realizaban a la par que en Estados Unidos.

Expertos en la vida cultural habanera, afirman que en 1958 existían casi mil 200 bares o locales nocturnos musicales; 250 clubes sociales con actividad musical; 50 orquestas que habitualmente tocaban en salones para bailar; 100 tiendas de venta de discos de grabaciones musicales y 150 comercios donde se podían adquirir instrumentos musicales, grabaciones en diferentes formateos y partituras. Aparte de los grandes cabarés, como el Tropicana, Montmartre, Sans Souci, El Salón Rojo del Capri, el Copa Room del Habana Riviera. El Sugar Bar del Habana Hilton y el Parisién del Hotel Nacional, también había muchos clubes famosos como el Sherezade, el Pico Blanco del Hotel St John`s, Imágenes y El Gato Tuerto estaban entre los más visitados.

También había otros de gran aceptación, como el Palermo Club, Alloy, Pennsylvania, Sierra, La Campana, Night and Day, Las Vegas, Panchín, Rumba Palace, Bolero Bar, Topeka, La Rue 19, Habana-Madrid Night Club, Habana 1900, La Red y el Alí Bar. Sin mencionar los emblemáticos y reconocidos internacionalmente El Floridita y el Sloppy Joe’s que aunque no tenían música contaban con alguna que otra actuación de tríos o dúos.

El Alí Bar, un poco alejado del centro de La Habana, tenía una característica; en él actuaba Benny Moré, uno de los más grandes artistas de la música cubana y universal, acompañado por artistas de la talla de Fernando Álvarez, Celeste Mendoza, Orlando Vallejo, y otros de renombre. No importaba que el Benny con su acostumbrada informalidad un día no se apareciera por allí o lo hiciera tarde, la gente igualmente iba con la esperanza de verlo actuar y cantar y si no, se conformaban con esas otras grandes figuras.

En los jardines de las cervecerías La Polar y La Tropical, en la barriada de Puentes Grandes, eran habituales sesiones bailables de varias horas de duración. En los Centros Gallego, Asturiano, Deportivo La Estrella o en el Club Candado y muchos otros se realizaban funciones musicales privadas para sus socios.

Mientras tanto, la industria discográfica cubana era muy poderosa. Discuba, Gema, Kubaney, Meca, Montilla, Neptuno, Panart, Puchito, y otras como RCA-Víctor, Sonotone y Velvet grababan principalmente con los artistas cubanos. Algunos lo hacían también en disqueras de Nueva York, como la Sonora Matancera, Celia Cruz o Vicentico Valdés.

Publicaciones como Bohemia, Carteles, Confidencial y Show, reflejaban toda la actualidad artística y musical desarrollada en tiempos pre-revolucionarios; informaciones que también eran cubridas por los 58 periódicos diarios o las 126 revistas de información general semanalmente editadas. Debe recordarse también la numerosa prensa cubana en idioma inglés.

En fin, La Habana era un multifacético abanico de lugares de entretenimiento y diversión, con una amplia difusión y que movía impresionantes cantidades de dinero, y no hemos hablado de los casinos, salones de juego y de la vida licenciosa, que también se nutrían de ello.

LAS VICTROLAS EN CUBA

La victrola fue un símbolo de la cultura popular sin precedentes y que no puede separarse de lo que fue La Cuba que recuerdo. A veces yo me daba pena continuar mi camino y no pararme a escuchar una melodía que sonaba en la victrola, pero sabía que en la próxima esquina había otra con alguna otra melodía de mi preferencia.

La victrola la encontrábamos en todas partes, en bodegas o tiendas de abarrotes, en bares, restaurantes, fondas y hasta en prostíbulos. Los usuarios de las victrolas eran uno de los más importantes determinantes de los indicadores de las preferencias musicales para la industria disquera y había muchos que repetían, según su preferencia o su estado de ánimo, hasta el cansancio su número musical preferido.

La musica de victrolas reflejaba sobre todo tragedias amorosas como traiciones, desengaños, amores imposibles, infidelidades, crímenes pasionales y en otros pocos casos éxitos amorosos, y en la mayoría de las situaciones la mujer era la perjura, la impura, la traicionera que aún asi seguia siendo amada.

Las Victor’s Talking Machines, o sea, las victrolas, se adueñó del paisaje habanero (y seguramente de muchas otras ciudades, sobre todo latinoamericanas), logrando que dondequiera se escuchara a los intérpretes que más habían pegado en la radio y otros que se hicieron populares por este medio. Se calcula que a finales de la década de 1950, solamente en La Habana había más de diez mil victrolas funcionando a todo tren y a toda hora, aunque otras fuentes duplican esa cantidad. Lo cierto es que era impresionante la cantidad de lugares donde existían victrolas.

Victrola, Vitrola, Vellonera, Rocola, Jukebox, Sinfonola, Gramola. El origen de la palabra Victrola

Los primeros fonógrafos comercializados en Cuba fueron de la compañía RCA Víctor, la Victor Talking Machine Company que en 1929 pasó a llamarse RCA Victor (Radio Corporation of America).

Uno de sus modelos de fonógrafo se denominaba Victrola y por asociación se extendió a las máquinas tragamonedas que reproducían música mediante discos en bares, restaurantes, cafeterías y bodegas, con independencia de su fabricante y marca.

Al surgir en 1925 el fonógrafo de motor eléctrico para tocar discos, patentado por la RCA Victor, surgió toda una cultura asociada a esta máquina, capaz de tocar música según la canción seleccionada dentro de la colección disponible en el aparato y que se activaba al introducirse monedas, por lo regular entre cinco (una reproducción) y veinticinco centavos(cinco números musicales o el mismo repetido cinco veces). Y todos consideraban que ese era un dinero bien empleado.

Como en Cuba se denomina peseta indistintamente a la moneda cubana de veinte centavos o a la norteamericana de veinticinco, a una persona que habla mucho se le dice que “le echaron una peseta” aludiendo a los cuatro o cinco discos que toca una victrola cuando le echan esa moneda.

Y no crean que no se formaban broncas por culpa de las Victrolas, a veces un borracho o despechado, o simplemente un melancólico o alguien deprimido, repetía hasta la saciedad un número musical y por ello alguien se molestaba y a veces ello daba lugar a un enfrentamiento, pero por lo regular todos disfrutaban la música que había pagado otro y casi toda gustaba.

Es por ello que las victrolas fueron esenciales para la difusión de nuevos ritmos y artistas, convirtiéndose en un recurso básico para el desarrollo de la industria discográfica nacional. En 1956 se dice que había más de 10 mil victrolas en toda la isla (otras fuentes estiman hasta el doble) instaladas en bares, bodegones, cafeterías, comercios y locales habilitados en todas las grandes zonas urbanas y hasta en los grandes centros azucareros y las pequeñas comunidades rurales. Y hasta una celebración en un lugar muy remoto, veía aparecer una victrola como símbolo de entretenimiento supremo, acompañada de una planta eléctrica portátil.

En las vitrolas situadas junto a night clubs y bares, el bolero era la música más escuchada. Al menos donde yo vivía y en los barrios que frecuentaba, puedo asegurar que había al menos una victrola en cada esquina, con sus excepciones.

Por cierto, siempre oía decir a todos en mi casa: “victrola” y como expliqué después escuché y leí: “vitrola”. Mientras que los especialistas afirman que se trata de un error, porque la palabra procedía de la R.C.A. Víctor, en el pequeño Larousse ilustrado el nombre correcto aparece como “Vitrola”.

Y no tenia que ser en un bar, en las bodegas de barrio había victrolas y en el extremo del mostrador, casi siempre con una barra de caoba, vendian las cervezas, ron o bebidas preparadas y jugaban cubilete, para que en el otro extremo de la bodega se seguían vendiendo los mandados. Y la victrola, siempre pegada a la barra donde se situaban los bebedores, no dejaba de sonar.

Resumiendo, la música cubana en los años 50 estaba en la cumbre, sin que se dejase de disfrutar de la buena música internacional, tanto norteamericana, argentina, española, mexicana y venezolana y por qué no, también italiana y francesa.

Eran muy exitosas las disqueras, la radio con una amplia y muy aceptada programación musical al igual que la televisión, numerosos cabarets y clubes donde había música en vivo y por encima de todo ello estaba la reina de la música entonces : la victrola, la que aparecía en todas partes y que tocaba incesantemente a los ídolos de la victrola, aquello no paraba, parecía imparable.

EL CATALOGO DE LAS VICTROLAS

Las victrolas siempre tenían lo más pegado, los éxitos que más se escuchaban y otros números que nunca cambiaban, o lo hacían a largo plazo, porque siempre eran demandados. Pero entonces la capacidad de las victrola era pobre, la mayoría podían almacenar alrededor de cien discos, que implicaba doscientas canciones disponibles, lo que obligaba a mantener un sistema que periódicamente mantuviera actualizada la música disponible.

Y ahí era donde los aficionados a la música, que contaban con un tocadiscos como yo, teníamos disponible una oferta de discos a muy buen precio. En la Plaza del Vapor y en una tienda semiclandestina en la calle Nueva del Pilar y Belascoain, los que se hacían de los discos retirados de las victrolas y que habían sido tocados quién sabe cuántas miles de veces, por lo que eran vendidos a precios de ganga, no recuerdo ahora cuánto, pero sí tengo muy fresco en la memoria que un disco de 45 rpm nuevo costaba $1.35, cuando el dólar y peso cubano estaban a la par, había números, sobre todo nuevos y de música americana que no tenían mucha salida y se vendían a entre 35 y 50 centavos, por tanto los de las victrolas debian que estar por debajo de ese precio, probablemente entre diez y veinticinco.

Como una curiosidad, y que refleja el poco conocimiento o la poca luz de los vendedores de estos discos, recuerdo haber comprado un disco que más de sesenta años después, sigue siendo un clásico navideño: Jingle Bell Rock por Bobby Helms, que por ser subvalorado entonces, lo compré por 35 centavos.

Como yo compraba mucho, asiduamente todos los sábados iba a la Librería La Biblioteca que estaba al fondo del edificio de la Gran Logia Masónica en Belascoaín y Jesus Peregrino, donde ofertaban libros, revistas y discos de uso, comparo ahora que un long playing de 33 rpm, con alrededor de doce canciones, se vendía en $0.99 y uno de 45 rpm en 25 centavos y los de 78 rpm en mucho menos, por lo que seguramente en ese rango estaban los desechados de las victrolas.

Es decir, las victrolas cumplian un doble objetivo para algunos como yo, escuchar la música que reproducían en cualquier esquina y después obtener casi regalado el disco de la música que a uno le gustara, algunos con mucha calidad y otros con alguna distorsión, dependiendo de la cantidad de veces de haber sido reproducido y sobre todo de la disquera, porque no era lo mismo un disco de la RCA Victor, la Capitol, la Decca o la Seeco que otro de factura de menos calidad.

Gracias a las victrolas tuve acceso a mucha música de mi preferencia para escucharla a mi gusto sin tener que desembolsar monedas.

La victrola está muy lejos de ser olvidada, la imagen de un jukebox prevalece en los accesos virtuales a la música.

Enamorados, solteros y casados, jóvenes y no tan jóvenes. preferían escuchar boleros compartiendo una bebida en un lugar acogedor e íntimo y el mejor acompañante era la música de una victrola.

Y estaban los borrachos que preferían ahogar sus penas de amor oyendo boleros…
Por uno u otro motivo, gran parte de cubanos y mexicanos ha escuchado o bailado un bolero, quizás con una victrola.

Nada, que el cuartico está igualito, la victrola parece tener vida ilimitada, aunque supongo que con el avance de la tecnología, nada de lo que existe hoy será eterno.

Al final la Victrola representa la nostalgia de una época musical y por ello no ha muerto, aunque su papel en la era digital está principalmente encaminado a reproducir música basura, como el reguetón. Pero los más jóvenes seguramente van a discrepar de este criterio.

Siempre tenemos la posibilidad de introducirle la buena música, esa que no pasa de moda porque lo bueno no pasa, por eso no ha muerto la Victrola.

THE VICTROLAS (VITROLAS) IN CUBA WAS A SYMBOL OF POPULAR CULTURE WITHOUT PRECEDENTS. PHOTOS.

Let’s travel in time. In the mid-1950s, when Mexico City sleeps, in Havana, at the Night and Day cabaret, Benny Moré and Orlando Contreras faced each other with clean bowling. In ten thousand Victrolas in the capital, Olga Guillot declares “Lie to me more / your evil makes me happy” and on the Autopista del Mediodía the late-nighters go to have breakfast with the Moorish bolerones of Orlando Vallejo: “Let them murmur / what do I care if they murmur” . But 10 years later, the majority of boleristas, performers, authors and orchestrators, record labels and advertising agencies were already in exile.



In Havana in the 1950s there were nearly 400 cinemas, a figure that neither Paris nor New York had. The América, Radiocentro, Fausto, Payret, Rodi, Atlantic, Riviera, Mónaco or the Teatro Blanquita (current Karl Marx Theater) were the best known, the latter with more than 6,600 seats. The Radiocentro was one of the few in the world that exhibited Cinerama and the premieres were held at the same time as in the United States.

Experts in Havana cultural life affirm that in 1958 there were almost 1,200 bars or musical nightclubs; 250 social clubs with musical activity; 50 orchestras that usually played in dance halls; 100 stores selling musical recordings and 150 stores where you could buy musical instruments, recordings in different formats and sheet music. Apart from the great cabarets, such as the Tropicana, Montmartre, Sans Souci, El Salón Rojo del Capri, the Copa Room at the Habana Riviera. The Sugar Bar of the Habana Hilton and the Parisién of the Hotel Nacional, there were also many famous clubs such as the Scheherazade, the Pico Blanco of the St John`s Hotel, Imagens and El Gato Tuerto were among the most visited.

There were also others that were very popular, such as the Palermo Club, Alloy, Pennsylvania, Sierra, La Campana, Night and Day, Las Vegas, Panchín, Rumba Palace, Bolero Bar, Topeka, La Rue 19, Habana-Madrid Night Club, Habana 1900 , La Red and Alí Bar. Not to mention the emblematic and internationally recognized El Floridita and Sloppy Joe’s which, although they did not have music, had the occasional performance by trios or duos.

The Alí Bar, a little far from the center of Havana, had a characteristic; Benny Moré, one of the greatest artists of Cuban and universal music, performed there, accompanied by artists of the stature of Fernando Álvarez, Celeste Mendoza, Orlando Vallejo, and other renowned artists. It didn’t matter that Benny, with his usual informality, didn’t show up one day or showed up late, people still went with the hope of seeing him act and sing and if not, they settled for those other great figures.

In the gardens of the La Polar and La Tropical breweries, in the Puentes Grandes neighborhood, dance sessions lasting several hours were common. In the Galician, Asturian, Deportivo La Estrella Centers or the Candado Club and many others, private musical functions were held for their members.

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Agencies/ Wiki/ NostalgiaCubana/ Carlos Rodríguez Búa/ Extractos/ Excerpts/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com

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