Juan Cristobal Napoles Fajardo, a cuban poet, better known by the name of “El Cucalambé” came to enjoy enormous popularity for his poems. One day, he disappeared without trace. He was 32 years old.
The Cucalambe spent his childhood on the farm his father, near the city of Las Tunas, in the eastern portion of the country, and was identified with the rural environment, which led to his verses. A priest grandfather taught him Latin, introduced him reading Virgil and Horace, and he did get to know Spanish poets as Garcilaso and Villegas. However, its literary culture did not stop Napoles Fajardo take in his poetry the common expression of Cuban peasants. Part of his work classified in our literature what was called the ciboneyismo, with the naive and simple evocation of the aborigines of the island The other, who wrote mostly in tenths, is inserted into the Creole and custom paints of the inhabitants of our fields. Is this the most important of his literary. Not only did it reflect the local color, but consustanció wishes and feelings of the Cuban peasant. Hence the popularity never tired of his poems memorized so many who heard them repeated, without ever having read them and sometimes even unable to determine who wrote them.
“Por la orilla floreciente
que baña el río de Yara,
donde dulce, fresca y clara
se desliza la corriente,
donde brilla el sol ardiente
de nuestra abrasada zona,
y un cielo hermoso corona
la selva, el monte y el prado
iba un guajiro montado
sobre una yegua trotona”.
More than the lyrics, the poetry of The Cucalambé is linked to the voice.
Unlike other Latin American nations where the romance was the quintessential popular meters, Cuban decided on the ‘decima’. Without it, almost always suddenly improvised, recited or sung to the tune of a guitar, it is unthinkable in Cuba, even today, a peasant party. Many poets cultivated throughout the nineteenth century, but did not work fully until the appearance of Naples Fajardo. Until then, says Cintio Vitier, lack anything more definite and less staff, a flexible mold that people adopt as his own, a distillation difficult yet easy, to become the norm. That drop of gold was the tenth of the Cucalambé.
A hearty and fine expression. A fresh and pure adjectives. Undisputed possession of the landscape as the first and basic argument of nationality. An underground patriotic intention. The subtle way of fighting for independence. A sentimental and rhythmic development would serve the peasant for the everyday song and controversy in the cocktail party … All this we owe to Him Cucalambé says Vitier, and today, when we read or listen to true masters of folk poetry we witness the triumph of a tradition that spanned thirty years of war against Spain with the Word of Cuba supported the guitar. No wonder then that more than two decades will be held in the estate of the poet, in Las Tunas, Cucalambeana Day and the Tenth Ibero-American Festival, celebration of rural culture that brings together each year to scholars and curious about many parts of the world.
RUFINA AND THE CUCALAMBE
Juan Cristobal Napoles Fajardo (El Cucalambé) and his wife Rufina occupy a pedestal in the gallery of love. The quintessential Cuban bucolic poet, author of Rumors of Hormigo decimario, the beautiful woman took one of their main sources of inspiration, which was recorded in many poems of a very high bill and lyrical, as the following:
“Yo recorreré cantando
los terrenos que poseo
y de mi tiple el punteo
será delicioso y blando
Subiré de vez en cuando
a la elevada colina,
y la flor más peregrina
sabré coger, diligente
para engalanar la frente
de mi adorada Rufina”.
They met at Camaguey, then called Puerto Principe, where the bard used to travel for various reasons, including his regular literary collaboration with the newspaper El Fanal, published in the city of the jars, and the festivities of San Juan, popular then in the town. After a short time maritally bonded their lives in the church of Las Tunas.
Three additional children gave satisfaction to the couple. Unfortunately, two of them died in Santiago de Cuba, where they spent the happy spouses to reside for a while, there in the city of Santiago de Cuba accepted a position in the colonial administration. Life seemed to smile, but, strong and proud as he was, he resented the criticism of his former colleagues who accused him of having accepted government jobs. because between 1848 and 1852 had participated in several conspiracies poet against Spain. The first war of independence was soon to burst with all its storms and El Cucalambé certainly lived his own inner storm. Although some argue that perhaps the most recalcitrant Spanish element of the medium took it off, killing him, the most accepted hypothesis is that of suicide.
Carlos Tamayo, biographer of the poet, says that was the firstborn, Miguel Orfillo, the only survivor. He had, indeed, an intense love life, because it married three times and founded many families. The Cucalambé, as we know, disappeared mysteriously in 1861 at 32 years of age without a trace. It is speculated that he was kidnapped and murdered by the Spanish, who had conspired against in 1851. Rufina spent his last days in Puerto Padre, where they still live some of their descendants.
Sources: CubaJuan/CiroBianchi/InternetPhotos/TheCubanHistory.com
Juan Cristobal Napoles y Fjardo “El Cucalambé”/ The Cuban History/ Arnoldo Varona, Editor
JUAN CRISTOBAL NAPOLES Y FAJARDO “EL CUCALAMBE”
Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, mas conocido por el nombre de El Cucalambé llego a gozar de una popularidad enorme por sus versos, desapareció para siempre, sin dejar rastro, y hasta hoy llegan las conjeturas sobre su desaparición. Tenía 33 años de edad entonces.
El Cucalambe pasó su infancia en la hacienda paterna, en las cercanías de la ciudad de Las Tunas, en la porción oriental del país, y se sintió identificado con el ambiente rural, que llevó a sus versos. Un abuelo sacerdote le enseñó latín, lo introdujo en la lectura de Virgilio y Horacio y lo hizo conocer bien a poetas españoles como Garcilaso y Villegas. Sin embargo, su cultura literaria no impidió que Nápoles Fajardo adoptara en su poesía la expresión común de los campesinos cubanos. Una parte de su obra clasifica dentro de lo que en nuestra literatura se llamó el ciboneyismo, con la evocación ingenua y sencilla de los aborígenes de la Isla. La otra, que escribió casi siempre en décimas, se inserta en el criollismo y pinta las costumbres de los habitantes de nuestros campos. Es esta la parte más trascendente de su quehacer literario. No solo logró en ella el reflejo del color local, sino que consustanció anhelos y sentimientos del guajiro cubano. De ahí la nunca agotada popularidad de sus versos, que muchos memorizan de tanto que los oyeron repetir, sin haberlos leído nunca y a veces sin poder precisar siquiera quién los escribió.
“Por la orilla floreciente
que baña el río de Yara,
donde dulce, fresca y clara
se desliza la corriente,
donde brilla el sol ardiente
de nuestra abrasada zona,
y un cielo hermoso corona
la selva, el monte y el prado
iba un guajiro montado
sobre una yegua trotona”.
Más que a la letra, la poesía de El Cucalambé se liga a la voz.
A diferencia de otras naciones hispanoamericanas en las que el romance fue el metro popular por excelencia, el cubano se decidió por la décima. Sin ella, casi siempre improvisaba de repente, recitada o cantada al compás de una guitarra, se hace inconcebible en Cuba, incluso hoy, una fiesta campesina. Muchos poetas la cultivaron a lo largo del siglo XIX, pero no cuajó totalmente hasta la aparición de Nápoles Fajardo. Hasta entonces, dice Cintio Vitier, faltó algo más categórico y menos personal, un molde flexible que el pueblo adoptara como suyo, una destilación difícil y sin embargo sencilla, que se convirtiera en norma. Esa gota de oro fue la décima de El Cucalambé.
Una expresión campechana y fina. Una adjetivación fresca y pura. La posesión indiscutida del paisaje como argumento primero y básico de la nacionalidad. Una intención patriótica soterrada. La manera sutil de combatir por la independencia. Una formulación sentimental y rítmica que serviría al guajiro para el canto cotidiano y la controversia en el guateque… Todo eso lo debemos a El Cucalambé, asegura Vitier, y hoy, cuando leemos o escuchamos a verdaderos maestros de la poesía popular asistimos al triunfo de una tradición que atravesó treinta años de guerra contra España con la palabra de Cuba apoyada en la guitarra. No es de extrañar entonces que desde hace más de dos décadas se celebre en la finca del poeta, en Las Tunas, la Jornada Cucalambeana y el Festival Iberoamericano de la Décima, fiesta de la cultura campesina que congrega cada año a especialistas y curiosos de muchas partes del mundo.
RUFINA Y EL CUCALAMBE
Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé) y su esposa Rufina ocupan un pedestal en la galería del amor. El poeta bucólico cubano por antonomasia, autor del decimario Rumores del Hórmigo, tuvo en la bellísima mujer a una de sus principales fuentes de inspiración, lo cual quedó registrado en numerosos poemas de elevadísima factura y vuelo lírico, como el que sigue:
Yo recorreré cantando
los terrenos que poseo
y de mi tiple el punteo
será delicioso y blando
Subiré de vez en cuando
a la elevada colina,
y la flor más peregrina
sabré coger, diligente
para engalanar la frente
de mi adorada Rufina.
Se conocieron en Camagüey, por entonces llamado Puerto Príncipe, a donde el bardo solía viajar por diferentes motivos, entre ellos sus regulares colaboraciones literarias con el periódico El Fanal, editado en la ciudad de los tinajones, y las fiestas de San Juan, muy populares a la sazón en la villa. Transcurrido poco tiempo enlazaron matrimonialmente sus vidas en la iglesia de Las Tunas.
Tres hijos le dieron satisfacción complementaria a la pareja. Lamentablemente, dos de ellos murieron en Santiago de Cuba, lugar en el que los felices cónyuges pasaron a residir por una temporada, alli en la ciudad de Santiago de Cuba aceptó un puesto en la administración colonial. La vida parecía sonreírle, pero, recio y altivo como era, le molestaban las críticas de sus antiguos compañeros que le reprochaban el haberle admitido empleo al gobierno. pues entre 1848 y 1852 habia participado el poeta en varias conspiraciones contra España. La primera guerra de independencia no tardaría en estallar con todas sus tempestades y El Cucalambé vivía sin duda su propia tempestad interna. Aunque algunos afirman que tal vez el elemento español más recalcitrante se lo quitó del medio, asesinándolo, la hipótesis más aceptada es la del suicidio.
Carlos Tamayo, biógrafo del poeta, apunta que fue el primogénito, Miguel Orfillo, el único que sobrevivió. Tuvo, por cierto, una intensa vida amorosa, pues se casó tres veces y fundó otras tantas familias. El Cucalambé, como se sabe, desapareció misteriosamente en 1861 a los 32 años de edad sin dejar rastros. Se especula que fue secuestrado y asesinado por los españoles, contra quienes había conspirado en 1851. Rufina pasó sus últimos días en Puerto Padre, donde aún radican algunos de sus descendientes.
Sources: CubaJuan/CiroBianchi/InternetPhotos/TheCubanHistory.com
Juan Cristobal Napoles y Fjardo “El Cucalambé”/ The Cuban History/ Arnoldo Varona, Editor